2/7/10

El muro

Una enorme serpiente metálica nos estrangula. Engulle los pequeños muros que separan nuestros dormitorios, el baño, la cocina, el salón. Serpentea, en nada parecida a nuestras miradas al frente. Sube y baja, pesadilla fabricada con bloques de cemento y hierros dúctiles... con los que repta por los retazos de horizonte y las matas de menta que nos quedan. Una serpiente que busca poner sus huevos entre nuestras inspiraciones y nuestras espiraciones, para que de una vez digamos: Es tanta nuestra asfixia, que nosotros somos los forasteros. Nos miramos al espejo y lo único que vemos es que la serpiente acecha nuestro cuello. Pero forzando la vista logramos mirar por encima de ella: el cielo, lleno de los banderines y los fusiles de los ingenieros, bosteza de hastío. Y por la noche titila cuajado de estrellas que nos observan con simpatía. Vemos también, tras el muro serpiente, a los guardianes del gueto, temerosos de nuestra vida tras los pequeños muros que nos han dejado... Engrasan las armas con que matar al fénix que, creen ellos, se esconde entre nosotros, en un gallinero. Y lo único que nos queda es reírnos...

Mahmud Darwix: La huella de la mariposa (Ázar al-faracha, Beirut, Riad El-Rayyes, 2008)

Traducción de Luz Gómez García

1 comentario:

María dijo...

Al pensar en las serpientes no puedo evitar acordarme de su muda. Esa camisa que abandonan. Ojalá que algún día la evolución mute a esa serpiente, no ve el Camino cuando lo miramos desde donde estamos ahora y más conociendo algo de su historia pero por eso tenemos que unirnos. Y estamos todos tan separados .')

Leí uno de tus poemas de tu amigo. Una tarde. Pero no tenía las imágenes de su patria, así que utilicé las de la mía, instantes en los que estuve y que yo también era peregrina. El Camino es el Camino porque no es un exilio perpetuo, y sin embargo, quién lo diría.

Te saludo profesora :)
Te dejo ese poema en el link.