5/7/08

Godard/Sanbar. Un coloquio

Recogemos un fragmento de una charla mantenida en Le Havre, en el teatro Le Volcan, entre el cineasta Jean-Luc Godard y el historiador palestino Elias Sanbar, el cual aparece en los créditos de Notre Musique (2004) bajo el rótulo “Memoria”. Godard y Sanbar se conocieron en 1969, cuando el cineasta rodaba en Jordania una película sobre la resistencia palestina. Antes del rodaje de Notre Musique, Sanbar le presentó a Darwix, que se convirtió en una de las voces-memoria que hablan en la película.

(Pregunta en la sala sobre la distinción entre documental y ficción a propósito de una secuencia de Nuestra música que muestra una fotografía del desembarco de gente en Israel en 1948 y una foto de palestinos empujados al mar en las mismas fechas, mientras una voz en off dice: “Los israelíes reencuentran la ficción. Los palestinos acaban en el documental”.)

Jean-Luc Godard. Esta distinción entre documental y ficción es un cliché que dura desde hace tiempo. En cambio, de la época de Cahiers de Cinéma recuerdo una crítica de Moi un Noir, de Jean Rouch, que decía: es un gran documental porque es un gran film de ficción. En Notre Musique dudé entre “Los israelíes reencuentran el documental” y “Los israelíes reencuentran la ficción”. Me pareció que, por la historia del sionismo, la segunda frase era más justa: ellos están por fin en la tierra de su ficción. Y esto se corresponde también con una frase que Elías me había dicho y que he incluido en el film: “Cuando un israelí sueña por la noche, no sueña con Israel, sino con Palestina. Mientras que, cuando un palestino sueña por la noche, sueña con Palestina, y no con Israel”.

Elias Sanbar. Esa frase es un fragmento de una conversación que tuve con un amigo israelí, sin crispación. Yo intentaba explicarle que la relación de fuerzas quizás no era la que él imaginaba, porque hay algo que se les escapa por completo a los israelíes. Yo le decía: “Cuando dormís, nosotros nos metemos en vuestros cráneos. Vosotros ocupáis la tierra durante el día. Nosotros ocupamos vuestras cabezas por la noche”. No es una frivolidad. Es creo, donde radica la esencia del pánico de los israelíes. Aunque disponen de un arsenal atómico, de divisiones blindadas, de aviones, están en situación de debilidad. En relación con esto, quiero precisar algo sobre lo que dice Mahmud Darwix en el film a propósito de los vencidos. Él no hace una apología de la derrota, sino de la pérdida. No es exactamente lo mismo. Desde hace veinte años, esa cuestión está anclada en sus poemas. Él ha desarrollado la idea de que, finalmente, en la guerra de Troya los personajes más interesantes no son ni Aquiles ni Héctor ni Ulises, sino los troyanos. En cierto modo nosotros somos, entre los árabes, los troyanos. Lo cual no mejora el valor de la derrota, sino que sirve para expresar que en la pérdida hay infinitamente más humanidad que en la acumulación de victorias. Tal vez ésta es la suerte que nos ha tocado vivir. Pero que quede bien claro que no nos gusta ser las víctimas: nosotros le endosamos el estatuto de víctima a quien lo quiera.

Conversación recogida por Christophe Kantcheff

El Viejo Topo, nº 229, febrero 2007

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